TP. Rodolfo y Petrita forman una de tantas parejas de novios humildes que no encuentran piso y esperan en vano a que muera doña Martina, patrona de aquél, para heredar el ajuar y el piso. Un procurador les entera de que, a la muerte de un inquilino, los derechos pasan a ser del propietario. Petrita, desesperada, escucha de su hermana, la solución de que se case Rodolfo con doña Martina. Así lo verifican y, a los dos años de celebrada la boda, la situación de estos tres personajes es paradójica. Muere doña Martina y, al despedir el duelo, Rodolfo se encuentra con que vienen hacia él muy acicalados Petrita, su hermana y sobrinos, los cuales aprovechan el viaje al cementerio para utilizar el coche y pasearse. Rodolfo, vencido y resignado, entra en el coche, que parte, con los niños asomados a sus ventanillas, tras la carroza fúnebre camino del cementerio, y también rumbo a una nueva vida para los protagonistas. Nueva vida que será la de siempre.