TP. Un día Raúl Miranda decide trasladar su cama a otra habitación lejos de su mujer. Ella, desolada, comprende que ha perdido su amor y acude a un psiquíatra. Este diagnostica que el desvío de su marido se debe a que ella, Clemen, imita en exceso a su abuela, muerta muy joven y le aconseja que de una alegre fiesta. Se da la fiesta, pero a la manera como Clemen cree que la daría su abuelita, con lo que los invitados se aburren y Raúl se desliza al jardín con una amiga. Cuando Clemen se da cuenta, corre llorando al cuarto presidido por el retrato de su antepasada y se queja ante ésta y le reprocha que, por parecérsela, está anticuada y ha perdido el amor de Raúl. Pero entonces el cuadro toma vida y la difunta Clementina baja para defenderse, diciendo que ella no era como su nieta la imagina. Y, para ayudarla, le propone cambiar sus papeles. Así lo hacen: Clemen sube al cuadro y Clementina, vestida con las prendas de su nieta, sale a animar la fiesta, armando una marimorena que deja boquiabierta a la concurrencia. Clementina se corta el pelo, compra los vestidos mas atrevidos, asiste a trepidantes fiestas nocturnas y maneja a los amigos de Raúl para darle celos... Todos creen que se ha vuelto loca y Raúl, enamorado de quien cree su mujer, intenta volver al dormitorio de ésta una noche, y después del consiguiente terror de la abuelita, Clemen regresa a ocupar su puesto, y Clementina al cuadro.