NR12. Un grupo de sefarditas, todavía obsesionado por la calificación de deicidas que el mundo les ha dado, como consecuencia del proceso y muerte de Jesús, ha organizado una serie de representaciones de dicho proceso, donde con absoluta imparcialidad, incluso con apasionada identificación, ellos asumen los principales personajes de la Pasión. Quieren que al final, sea el público asistente, quien juzgue si, con arreglo a las leyes que imperaban en Judea, la sentencia fue justa. Llegan a Toledo y consiguen que la representación se dé en una antigua sinagoga. Hay un problema interno entre los componentes del grupo. Uno de los que lo formaban había sido denunciado y muerto, sin que todavía se hayan descubierto al autor de la denuncia. Esta vez el proceso reviste características especiales. El público, en su mayor parte, ha acudido con curiosidad crítica. Empieza el proceso y, poco a poco, la grandiosidad de lo que se debate va prendiendo en los espectadores más escépticos, llegando algunos de ellos a intervenir directamente. La personalidad de testigos y asistentes va quedando patente. Asi vemos que llega un instante en que cada cual denuncia su propio problema, sin importarle la expectación que sus mutuas confesiones producen. Es el público quien interviene en mayor grado: la mujer pecadora, el cobarde a quien le remuerde la pérdida de fe, el hijo pródigo y por último el delator del judío muerto. Son estos hechos, entre los que piden perdón y los que perdonan, la gran verdad de un proceso en el que todos, antiguos y modernos, somos culpables.